Aquí estamos, poco más de un año después de la aplicación de los aranceles, y muchas cosas han cambiado durante este tiempo con consecuencias positivas y negativas, previstas e imprevistas, para los productores de materias primas, los fabricantes y los consumidores. Un aspecto que ha resultado muy positivo es la importante inversión, tanto la que se está haciendo como la que está prevista, en fábricas de producción de acero y aluminio de Estados Unidos por parte de muchas de las principales empresas. Estamos mejorando la producción, la calidad y la capacidad. Esta medida debería haberse llevado a cabo hace mucho tiempo y dará lugar a una base de fabricación de materias primas más sólida y segura con el paso del tiempo.

En las últimas semanas hemos asistido a una importante y repentina caída de los precios del acero y del aluminio. Expertos como John Packard (SMU) y Timna Tanners (Bank of America), pueden explicar mucho mejor que yo los factores económicos y de mercado internos que influyen en los precios. Sin embargo, creo que tenemos un problema fundamental y estructural mucho mayor que está haciendo que los precios estén bajando ahora y que, si no se aborda, limitará la salud de estas industrias esenciales.

Todos están experimentando este problema por sí mismos en sus casas y en el trabajo: “¿dónde ha ido a parar toda la mano de obra?” Ya sea para encontrar un contratista que realice un proyecto o una reparación en su casa o para cubrir un puesto de trabajo en una fábrica. Encontrar mano de obra semi cualificada o cualificada es algo cada vez más complicado. He tenido la misma conversación con varias empresas de construcción metálica: «Tenemos mucho trabajo, pero no podemos encontrar mano de obra para llevar a cabo el trabajo».

El problema que hay con el aumento de la capacidad de producción es que no viene acompañado con un aumento de la capacidad de consumo, e incluso en algunos casos estamos viendo un descenso de esta capacidad. Esto ocurre a pesar de que tenemos una economía bastante fuerte y el nivel de confianza de los consumidores es positivo. Estamos básicamente en tiempos donde hay una amplia capacidad de trabajo, y los empleados tienen más posibilidades que nunca de elegir los trabajos que quieren.

La buena noticia es que podemos hacer algo al respecto. Aquí es donde el gobierno, tanto federal como local, puede intervenir y marcar la diferencia. Una inversión en el aprendizaje y la formación de los trabajadores, sistemas de inmigración basados en la cualificación, importantes inversiones en proyectos de infraestructuras, transporte urbano, vivienda social y energías renovables; todos los grandes sectores de uso del acero y el aluminio.

Si no hay más personas que trabajen como chapistas, constructores de graneros, instaladores de sistemas de calefacción y aire acondicionado, montadores de vigas de acero y fabricantes de turbinas eólicas, ¿a dónde irá a parar este aumento de capacidad? Creo que la demanda subyacente está ahí, pero sólo cuando se solucione el problema relacionado con la mano de obra veremos un cambio significativo en la demanda de consumo final.