Bueno aquí estamos justo a mitad del otoño. Las hojas de los árboles están cambiando de color, tenemos unos bonitos días con un clima casi perfecto, y estamos pensando en las vacaciones y en el tiempo que vamos a pasar en familia.
Por desgracia, esta fantástica época del año suele contrastar con el ajetreo relacionado con el fin de año empresarial en las compañías. Hay que alcanzar los objetivos de fin de año, reducir el stock para mejorar el flujo de efectivo durante los meses más tranquilos y, por supuesto, planificar el próximo año. Los retos que le suelen surgir a los equipos directivos son aumentar los márgenes, aumentar su volumen y reducir los costes. Todo este trabajo se suele amontonar en las últimas semanas del año, lo que provoca largas jornadas laborales e interminables reuniones.
Sabiendo esto, tiene la opción de actuar antes de que eso ocurra y ver ahora los resultados del año laboral de 2018 de su empresa y que esto le sirva para establecer las pautas y expectativas para el 2019. En el pasado he visto como empresas y particulares, enfocan esto de maneras muy diferentes, el ejemplo más común es ser minucioso e ir a lo seguro.
Yendo a lo seguro
Horas de análisis revisando cada producto y a cada cliente, complejos planes para conseguir un mejor margen y más volumen de trabajo de los clientes que ya tiene, revisiones de los proveedores para combatir contra las subidas de sus precios (olvidando que estos proveedores tienen el mismo tipo de objetivos que usted). En este tipo de instituciones, las frases más comunes que resuenan en las paredes de la oficina son: «esfuérzate al máximo», «concéntrate», «presiona para conseguir más», «no aceptes un no por respuesta». Desgraciadamente, este enfoque y estas frases son síntomas de una cultura empresarial que solo mira por sí misma. Las largas jornadas laborales y los esfuerzos hercúleos rara vez dan resultados que consigan cambios positivos, ya que la empresa se ha limitado a hacer lo de siempre en lugar de aprender nuevas posibilidades.
Crecimiento transformador
Las empresas veteranas a menudo creen que esto es algo que está más allá de sus capacidades y miran con envidia a startups y a empresas diligentes que consiguen cambios reales en sus negocios. Entonces, ¿qué es lo que hacen de manera diferente que les permite llevar a cabo estos cambios? Para mí, una diferencia clave es que estas empresas miran hacia afuera para ver los problemas y las posibles soluciones para poder hacer los cambios que necesitan.
- Crecimiento del volumen: nuevos mercados, sectores, productos, lugares y servicios.
- Crecimiento de los márgenes: ingeniería del valor, tratando de conseguir que los nuevos proveedores reduzcan sus costes, dando a los clientes el servicio con valor añadido que necesitan y evitando gastos innecesarios en su negocio
- Mejora del flujo de caja: añadiendo nuevos proveedores, nuevas soluciones financieras y encontrando nuevas formas de gestionar su stock.
Ahora bien, estas empresas de las que hemos hablado también deben realizar una revisión de su negocio y disponer de unas herramientas de planificación adecuadas, pero lo que no hacen es basar su éxito como empresas en esta revisión y la elaboración de presupuestos, sino que basan su éxito en la búsqueda de soluciones nuevas y creativas para los viejos problemas.
El otoño no es el momento de quedarse en casa, revisar hojas de cálculo durante horas y tratar de sobrevivir a las reuniones de presupuesto. El otoño es el momento de comenzar los cambios, de desafiar el status quo, de buscar nuevas oportunidades para sus productos, de comprometerse con nuevos proveedores, de comenzar a usar nuevas tecnologías y de encontrar socios hambrientos de nuevas oportunidades que le ayuden a crecer. Aproveche esta nueva estación para iniciar un cambio en su compañía, porque debe recordar que el invierno se acerca.